viernes, 19 de noviembre de 2010

Hay un Paro en la Fabrica de Sueños

Hay un paro en las fábricas de sueños.
Los obreros demandan justicia.
Se reúsan a continuar viviendo
entre harapos, mentiras y trapos.

Hay un paro en las fábricas de sueños.
Los obreros imploran justicia.
Van marchando con carteles invisibles,
bolsillos vacíos y esperanzas muertas.

Los obreros marchan.
Los obreros gritan.
Marchan y gritan los obreros.
Y amenazan con llenar de pesadillas
las noches oscuras, estériles y abstractas.

Hay un paro en las fábricas de sueños.
Los obreros demandan justicia.
Van marchando con carteles invisibles,
bolsillos vacíos y esperanzas muertas.

Y en una habitación perfectamente lisa,
aislado de los ruidos de afuera,
duerme el patrón con ojos extraviados,
con mente vacía y barriga obesa.

Hay un paro en las fábricas de sueños.
Los obreros imploran justicia.
Se reúsan a continuar muriendo
entre harapos, mentiras y trapos.

La primera noche
fue difícil para el pueblo
después de tantos siglos de sueño amordazado
tuvieron que soñar por su cuenta.

Para los viejos
fue algo refrescante
recordaron los tiempos pasados
cuando soñar aun no era imposible.

Los jóvenes sufrieron sin embargo.
Nunca antes lo habían hecho.
Y sobre el inmenso mar de sus mentes vacías
navegaron extrañas barcazas.

Aquella noche
fue algo fascinante.
Fue una noche de locura.
Fue una noche revelante.

Aquella noche
descubrió el pueblo en sus sueños
que hay algo más
que existir en la vida.

Las noches de un pueblo
que a fuerza de costumbre
vive convencido
de lo justo del hambre.

Las noches de un pueblo
sonámbulo y con hambre,
receptores de sueños
transmitidos por alambre.

Miguel Angel Aleman

09/1989